Hijos del Sol, Hijas de la Luna.
Se suele decir que las mujeres son de Venus y los hombres de Marte. Yo prefiero mas la similitud con estos dos. Sol y Luna.
Desde tiempos inmemoriables, ambas fuerzas han regido la naturaleza humana a tal punto de controlar el transcurso de nuestros días y lo que se nos provee en esta existencia.
El Sol, padre de la vida y la evolución, es Hacedor.
Es amoroso, calido y a veces agobiante y devastador. Pero su energía es necesaria para la acción.
Y es que encuentro en la naturaleza intrínseca del hombre, muchos componentes de la energía solar. Pensemos en las funciones del Sol y en lo que un día soleado y calido de otoño retrayéndonos a la infancia.
La salida del Dios Sol cada día marca con calma nuestros pasos, organiza nuestros tiempos, nos llama a salir, a vivenciar, a experimentar. Es energía positiva de acción y crecimiento.
Tal como los hombres más luminosos de mi vida han sabido representar. Un hombre Iluminado es guía, paternal y amorosa, que expande, que tiene la capacidad de ponerse a jugar como un niño y a la vez ser fuerte y determinante para marcar el camino.
Por lo contrario, en su polaridad opuesta, la oscuridad del Hombre Sol, solo trae periodos de desolación.
Puede acabar con todo lo conocido, enceguece, obnubila, calcina. Y sin duda habrá transformación luego de semejante proceso porque todo vuelve a la vida, todo es cíclico. Pero qué tiempos!
Su contraparte La Luna, ha sido Diosa de la Fertilidad y la Femeneidad desde tiempos inmemoriables.
Toma del Sol,solo lo que necesita y lo transforma mágicamente en su propio brillo.
Rige las aguas de las emociones, materna desde los sentimientos y habita en ella la totalidad de los ciclos. Desde el nacimiento hacia la muerte para volver a empezar en una danza que es solo para valientes.
Misteriosa e hipnotica, la luna esconde siempre una cara sombría. Que invita a cada ser que la contemple a bucear en sus propias sombras para llegar a la transformación.
“La Luna no se da a ningún hombre, su naturaleza es la reflexión” Dice Sallie Nichols
Y es que en ella, al igual que en la mujer, habita el poder de la dualidad. Artemisa y Hecate.
En ella no hay tiempo, No hay Sol que dicte las horas.
Embarcarse en su viaje y ciclar con su naturaleza es la aventura más maravillosa, turbulenta y creativa que puedas experimentar.
Si “la noche oscura del Alma” te encuentra mal parado puede conducirte a la locura.
Pero si no te obsesionas con poseerla y solo dejas que te guie y te atraviese, lograras conocerte a ti mismo como nunca antes. Cada nueva fase pondrá luz sobre esas sombras que el Padre Sol no se anima a revelarte.
Ambos mundos necesarios. Ambas partes se complementan.
Y en el medio, nosotros para vivenciar.
Cuando empieces a sentirte conectada/o de verdad en cuerpo y alma a las fuerzas creadoras que te rodean y te nutren, comprenderas como danzar con ambas. Con respeto, gratitud y amor.
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